Los retos del sector alimentario frente al COVID-19
Para nadie es un secreto que el paro de actividades no esenciales por la contingencia sanitaria del COVID-19, supuso retos importantes para todas las industrias que, por ser fundamentales para el país, continuaron con sus operaciones. Tal es el caso del sector alimentario, en donde la cadena de valor para su abastecimiento vio multiplicadas las exigencias sanitarias con las que trabajaba.
Hoy más que nunca, para las familias mexicanas es indispensable obtener garantía de que los productos que consumen fueron tratados bajo los estándares de calidad e higiene recomendados por las autoridades sanitarias a nivel mundial, desafío que aceptaron todas las empresas que integran el ramo, a pesar de que las compras de pánico provocaron que la demanda aumentara al menos en 28%, de acuerdo con los reportes de Nielsen, firma experta en investigación de mercado al mando de Armando Uriegas.
Ante este panorama, la industria alimenticia hizo de las aplicaciones inteligentes y sitios web, una de sus principales aliadas para enviar sus productos hasta manos de los consumidores. No es casual que se detectara un disparo de casi el 200% en la demanda de las plataformas digitales dedicadas a este rubro, ya que incluso proyectan cerrar el año con una derrama de mil 832 millones de dólares.
Claro ejemplo de ello fue Uber, empresa que presentó una caída en el servicio de transporte de pasajeros, mientras en paralelo creció 54% en “Uber Eats”, división de reparto de comida que dirige José García-Pimentel.
Por su parte, la colombiana Rappi, de Alejandro Solís, sumó a 35 mil socios nuevos a su modelo de negocio además de elevar al 50% sus ventas. Mientras que Didi Food, de Arturo Salcedo, informó que a raíz de la emergencia sanitaria más de 600 restaurantes en la capital del país se le unieron para ofrecer sus productos vía digital.
Así, a partir del 15 de junio, la industria restaurantera reinició operaciones al 30% de su capacidad instalada en los municipios designados por las autoridades de salud, no obstante, se prevé que el número de comensales se incremente conforme disminuya el índice de contagios en el país y este sector comience su recuperación.
Recordemos que el crecimiento tanto de las Apps como del sector restaurantero dependerá de la certeza que ofrezcan sobre la inocuidad de sus alimentos, es por ello, que desde la iniciativa privada han creado protocolos específicos para empleados, proveedores, empacadores y demás involucrados en el proceso de traslado y entrega de sus productos.
Ante este panorama, un papel fundamental lo jugará la proveeduría a gran escala de alimentos y servicios integrales, estos en gran medida contratados por diversas dependencias del gobierno en sus tres nivales, así como empresas vía comedores industriales y ejecutivos.
Justo aquí, una empresa que destaca en el sector de alimentos es El Sardinero, pues juega un papel determinante, ya que, se encarga del servicio completo, es decir, proveeduría con los fabricantes, transporte, cocinado y servicio de comedor en lugares estratégicos como hospitales, clínicas, cárceles, edificios de gobierno y guarderías, entre otros.
Ante ello, esta firma 100% mexicana se dio a la tarea de capacitar a su equipo de especialistas y cadena completa, sobre medidas específicas de higiene y seguridad para avalar que los insumos que distribuye y los procesos que emplea, se encuentren libres del virus SARS-Cov-2 y de cualquier otro.
La empresa al mando de Jorge Carlos Fernández Francés se encuentra respaldada por una trayectoria de 90 años en el sector, periodo en el que ha obtenido las certificaciones necesarias para asegurar la calidad de los víveres que transporta, entre las cuales destacan las Normas ISO 9001, ISO 14001, ISO 22000, ISO FSSC 22000 e ISO 28000.
En el sector se comenta que esta compañía trabaja a marchas forzadas para distribuir alimentos a instituciones públicas y privadas a nivel nacional, con el objetivo de mantener el flujo constante de estos productos de primera necesidad, por lo que se ha convertido en un aliado tanto para el aparato gubernamental, como para el sector privado.
Así, a medida en que se normalice la vida pública, conoceremos qué tanto cambió el paradigma de la cotidianidad mexicana; pero podemos adelantar que quien garantice los procesos más seguros e higiénicos se quedará con la confianza del mercado, mientras que aquellos competidores con historiales de productos contaminados y alimentos en pésimo estado quedarían rezagados.